Sobre el contexto y la complejidad de la vida

Ulises Guelfi
6 min readMar 12, 2024

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La vida es complicada, eso es algo que todos hemos oído alguna vez. Quizás no nos hemos parado a pensar por qué, pero de alguna forma sabemos que es cierto.

Uno de los factores que suele complicar la vida, me he dado cuenta, es el darnos cuenta en algún momento de la vida que pasamos años estudiando cosas que no nos interesan, nos apasionan, o queremos hacer. Esto se debe, claro está, a que nos colocan en un camino predeterminado por el contexto en que nacimos (ojo que la complica para bien).

Así, llegamos a un momento en el que nos detenemos y nos preguntamos qué estamos haciendo con nuestras vidas. Esta duda aparece porque sentimos que hay una gran diferencia entre la vida que realmente deseamos, basada en nuestros intereses y pasiones, y la vida que se nos ha dictado seguir.

Por lo tanto, algo en lo que he estado reflexionando durante los últimos meses es cómo simplificar la vida. Para mí, todo empieza con entender el contexto en el que nos encontramos.

Sobre el contexto: partamos desde la base que controlamos

El contexto se refiere a lo que está presente en nuestra vida justo ahora: la familia, los amigos, el trabajo, la salud, y todas las experiencias previas, tanto las buenas como las malas, que llevamos con nosotros.

Es crucial reconocer que el contexto de cada uno cambia constantemente. Vivimos en sistemas que se transforman y evolucionan día a día, con elementos de esos sistemas que están bajo nuestro control y otros que no lo están. Todos los días, interactuamos con actores, ya sean nuevos o conocidos, quienes introducen elementos nuevos en nuestra vida. Esta dinámica puede resultar abrumadora.

Lo fascinante de este concepto es que cada persona tiene un contexto propio y único, incluso entre miembros de la misma familia. Esta realidad inicial ya introduce cierta complejidad, ya que tu contexto se entrelaza con el de los demás. Además, puede que los otros no comprendan completamente por lo que estás pasando en algún aspecto de tu vida, lo que a su vez puede generar ciertos sentimientos.

Lo que intento destacar en esta primera parte es que a menudo no somos plenamente conscientes del contexto actual en el que vivimos. Simplemente nos dejamos llevar por la inercia de nuestras vidas, preocupándonos por el futuro o reflexionando sobre el pasado, sin prestar atención al presente.

¿Qué conseguimos al comprender y aceptar nuestro contexto? Entender nuestro contexto nos ayuda a aterrizar nuestros sueños en la realidad. Por ejemplo, en mi primera startup, cometí el error de tomar a Mark Zuckerberg como referencia, aspirando a alcanzar lo que él logró. Sin embargo, el problema radica en que él tuvo y tiene un contexto completamente distinto al mío. Aunque es inspirador aspirar a logros similares, las diferencias en nuestro entorno hacen que sea complicado replicar exactamente su éxito.

En mi experiencia personal, tras haber desarrollado una carrera en el ámbito corporativo durante años, tomé la decisión de emprender un nuevo camino cuando las circunstancias parecían propicias. Me lancé a desarrollar algo que me apasionaba, pero en lo que solo tenía afinidad por gusto, sin experiencia previa. Esta transición hizo que el proceso fuera más complejo para mí, ya que tenía que validar y hacer crecer un negocio en un mercado del cual no tenía experiencia alguna.

La curva de aprendizaje resultó ser mucho más extensa de lo esperado, evidenciando que no había analizado mi contexto adecuadamente antes de emprender este camino, ni había sido una decisión particularmente intencional. Para poder reducir esa complejidad, era necesario comprender a fondo el sistema en el que me estaba introduciendo, lo cual se me hacía imposible debido a mi falta de experiencia en el sector.

Así que, para avanzar fluidamente en el proceso, era crucial conectar mi contexto personal con algo que resonara genuinamente conmigo, basándome en mi experiencia previa, el impacto que deseaba generar, y que además pudiera complementarse con las habilidades y experiencias de las personas con las que estaba colaborando.

Tu contexto juega un papel fundamental en el refinamiento de tu identidad propia, ya que te impulsa a mirar hacia tu interior y a prestar atención a lo que te rodea.

Otro aspecto crucial de ser consciente de tu contexto es que te permite aprovechar al máximo lo que tienes a tu disposición, utilizando y conectando con los recursos disponibles para potenciarlos. La red de contactos y recursos que posees en el presente puede ser un trampolín hacia nuevas oportunidades, a medida que una conversación o acción te lleva a la siguiente.

Iniciar desde lo más básico te proporciona una sólida base y traza una clara trayectoria hacia tus objetivos y hacia donde deseas dirigirte.

Valores: Conectamos con otros a través de ellos

Al comenzar a explorar tu contexto, te conectarás con muchas personas. Es esencial construir relaciones con aquellas en las que realmente confíes y que sepas que son responsables, para asegurar un flujo armonioso en tus proyectos e iniciativas.

La realidad es que uno de los peores escenarios es encontrarte siendo la única persona que realmente está impulsando el proyecto, especialmente si esperabas que tus amigos o colaboradores le dedicaran el mismo nivel de esfuerzo. Por ello, resulta crucial entender los valores, intenciones y prioridades de cada miembro del equipo para determinar si realmente existe un compromiso compartido.

Alcanzar la claridad viene de enfocarte en proyectos que te gusten y despierten tu curiosidad. Sin embargo, el desafío radica en que, a menudo, no sabemos lo que realmente nos gusta, ya que el sistema en el que vivimos no facilita el descubrimiento de nuestras habilidades. Además, a veces nos rodeamos de personas que no necesariamente aportan valor a nuestro crecimiento personal o profesional.

Esto es especialmente relevante al crear una organización, ya que surgen tareas que, si no son realizadas por otros, recaen sobre ti, obligándote a asumirlas para seguir adelante. Mantener este enfoque te ayuda a permanecer concentrado en la visión y evita que te pierdas en la complejidad que surge al integrar otros elementos a tu sistema.

Ama (o diviertete con) lo que haces: Fluyes

Aunque suene a cliché, es totalmente posible, siempre y cuando tengas la oportunidad de experimentar lo suficiente para descubrir lo que te gusta y lo que no. Este proceso es crucial porque, al identificar tus intereses, también puedes descubrir tus fortalezas y el valor único que puedes aportar.

Otro aspecto interesante es que, al tener esta claridad, la dinámica deja de ser una competencia de egos. En lugar de eso, se abre la posibilidad de incorporar a personas que pueden desempeñar un trabajo incluso mejor que el tuyo, enriqueciendo el proyecto y potenciando sus resultados.

Este enfoque permite concentrarte más en el impacto que deseas generar que en una simple métrica financiera. Si tu única meta es ganar dinero, limitarás la capacidad del proyecto de atraer a otros que podrían sumarse a tu misión, aportando sus habilidades y enriqueciendo el objetivo final. Invitar a otros a contribuir con sus talentos facilita la creación de un equipo diverso y comprometido, cuya visión va más allá de lo meramente económico.

Para realmente fluir en tus esfuerzos, es clave alinear tus pasiones y lo que disfrutas haciendo con lo que el mercado está dispuesto a pagar, así como con la demanda existente. Esta armonización no solo te permitirá encontrar satisfacción en tu trabajo, sino también asegurar su viabilidad económica y su relevancia en el mercado.

Decisiones

Cada decisión que tomas, partiendo de la base de tu contexto, está intrincadamente entrelazada en una compleja red de sistemas. Como mencioné antes, hay aspectos que podemos controlar y otros que están fuera de nuestro alcance. Por lo tanto, lo que nos queda es ver la vida como un constante proceso de aprendizaje y seguir adelante, asumiendo las consecuencias de nuestras decisiones.

Esas acciones se proyectan hacia el futuro en una trayectoria que a menudo no comprendemos completamente. Sin embargo, si actuamos de manera intencional, podemos desarrollar una brújula interna (nuestra intuición), que nos guíe en este proceso, señalándonos si estamos avanzando por el camino o dirección que realmente deseamos seguir.

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Written by Ulises Guelfi

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